La vida no termina nunca by Willigis Jäger

La vida no termina nunca by Willigis Jäger

autor:Willigis Jäger [Jäger, Willigis]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Divulgación, Espiritualidad
editor: ePubLibre
publicado: 2004-12-31T16:00:00+00:00


MUERTE - MORIR - RESURRECCIÓN

Antes de existir en este mundo jardín, vid o uva,

nuestra alma ya estaba ebria del

vino de la inmortalidad.

(Rumi)

Antes de nacer Jesús era resucitado.

Morir no vale para Dios y sus hijos.

Somos resucitados antes de nacer.

(Rose Ausländer)

ETERNA ES LA VIDA, NO LA FORMA INDIVIDUAL

Después del nacimiento, la muerte es el suceso más importante de nuestra vida. Es la consumación de nuestro nacimiento. No nos sometemos a la muerte cuando morimos, nos sometemos al seguimiento de la vida que no sabe detenerse.

Vida y muerte son, únicamente en apariencia, opuestos que se excluyen mutuamente. En realidad son dos aspectos diferentes de la misma dinámica de la vida, como los polos positivo y negativo de la corriente eléctrica. La inexistencia de uno de los dos significaría la desaparición del otro. Al morir no es que perdamos algo, ganamos algo; volvemos a ganar el universo entero, que se esconde detrás de nuestro yo o, utilizando términos religiosos, volvemos a ganar a Dios enteramente, sin que el yo lo tape. No se cierra una puerta cuando morimos, se abre una puerta.

¿Dónde crees que has estado todo este tiempo?

Una anciana estaba planchando un montón de ropa cuando el ángel de la muerte se le acercó, diciendo: «Ya es hora. ¡Ven!». La mujer contestó: «Bien, pero primero tengo que terminar de planchar la ropa. ¿Quién lo haría si no yo? Y luego tengo que guisar, porque mi hija trabaja en la tienda y necesita comer cuando llegue a casa». El ángel se marchó. Después de un tiempo volvió de nuevo. Se encontró con la anciana cuando ésta salía de casa. El ángel dijo: «¡Ven, que ya es hora!». Y la mujer contestó: «Pero primero tengo que ir a la residencia de ancianos, donde hay una docena de personas que me están esperando, olvidadas de sus familias. ¿Cómo podré abandonarlas?». El ángel partió. Después de cierto tiempo, el ángel volvió nuevamente diciendo: «Ya es hora. ¡Ven!». La anciana contestó: «Si, ya sé. ¿Pero quién llevará a mi nieto al jardín de infancia si ya no estoy?». El ángel suspiró: «Bien, esperaré mientras tu nieto no sepa andar solo».

Unos años más tarde, hacia la noche, la anciana estaba sentada, sintiéndose muy cansada y pensaba: «En realidad, ahora podría venir el ángel; después de tanto trabajo, la salvación eterna tiene que ser hermosa». El ángel apareció. La mujer preguntó: «¿Me llevas a la salvación eterna?». El ángel, a su vez, preguntó: «¿Y dónde crees que has estado todo este tiempo?».

Estamos convencidos de la existencia de un mundo mejor. Creemos que debe haber una alternativa al aquí y ahora que, por lo visto, no nos basta. Pedimos una creación totalmente diferente, la actual está cuajada de imperfecciones. Hablando claramente, es la obra de un chapucero. ¿No podría habernos ofrecido algo mejor esa Realidad primera que los occidentales llamamos desde hace unos miles de años Dios? Estamos obcecados, pensando que todo esto sea solamente provisional. No nos integramos en el proceso cósmico, nos defendemos frente a la aparente entrega al sufrimiento, a la miseria, a la muerte.



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